Una de las mejores reflexiones que puedes hacer es descubrir qué hay detrás de la frase “no tengo tiempo…”. Esa expresión, que casi siempre es una excusa o una evasiva, en realidad esconde hechos como estos:
-Sí tengo tiempo, pero eso no me interesa.
-Sí tengo tiempo, pero no quiero.
-Claro que tengo tiempo, pero lo estoy dedicando a otras cosas.
-Claro que tengo tiempo, pero esa no es mi prioridad.
Aunque nos cueste admitirlo tenemos tiempo, pero lo malgastamos o lo distribuimos mal.
Nos dejamos absorber por el trabajo hasta acabar con el amor, la amistad y la paz interior. Hay quienes rumbean 10 horas y no oran 10 minutos. Su tiempo no depende de buenas prioridades.
Ojalá organicemos bien los 1,440 minutos de cada día, ya que ante la muerte nadie ha querido haber dedicado más tiempo a los negocios y lo superfluo.
Y la próxima vez que digmos “no tengo tiempo”, ojalá aceptemos que lo que queremos decir es algo bien diferente.
Autor: Gonzalo Gallo